¿Qué es un Evento Cisne Negro?
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Un evento cisne negro se define a menudo como un suceso inesperado que tiene una influencia significativa en un evento previamente pronosticado. Raramente ocurre, sin embargo, tiene sus consecuencias.
Por desgracia, es imposible predecir de antemano un evento cisne negro, aunque puede causar enormes daños a la economía. Porque repercute negativamente en las inversiones y en el mercado en general.
La expresión "Evento Cisne Negro" proviene de una frase en latín del poeta romano Juvenal en el siglo II. La frase latina que pronunció significaba "un pájaro inusual en las tierras que se parecen mucho a un cisne negro". Durante mucho tiempo se pensó que los cisnes negros no existían. Más tarde, el nombre de estas aves se utilizó para referirse a algo que produce sorpresa.
El término "Evento Cisne Negro" fue utilizado por primera vez por un escritor y profesor de finanzas, además de antiguo operador de Wall Street, Nassim Nicholas Taleb. Para ser más precisos, el escritor habló del término en su libro. La obra fue escrita en 2007. En él destacaba la importancia de prepararse para que ocurra cualquier cosa impredecible y planificar con antelación.
La probabilidad de que ocurra un evento cisne negro es desconocida. Sin embargo, cuando ocurre causa un gran impacto negativo. Se sabe que quienes observan el suceso y sus consecuencias especulan sobre qué podría haberlo evitado y cómo podría haberse previsto. Además, el suceso sólo puede explicarse retrospectivamente.
Cuando se produce un evento cisne negro en el ámbito de las finanzas y las criptomonedas, el resultado es una gran miseria y destrucción.
Como ejemplo, consideremos la burbuja de las puntocom de 2001. Esto ocurrió durante un período de rápida expansión económica en los Estados Unidos, así como un aumento de la riqueza privada antes de que todo se derrumbara espectacularmente. En ese momento, los fondos de inversión estaban invirtiendo dinero en empresas tecnológicas con valoraciones exorbitantes y sin tracción en el mercado.
Entonces estas empresas quebraron, y el riesgo negativo se transfirió a los inversores.
Una situación similar ocurrió en 2008, en plena crisis financiera, cuando se hundió el mercado inmobiliario de Estados Unidos. Las repercusiones fueron masivas y de gran alcance. A personas con poco o ningún crédito se les aprobaron hipotecas sobre viviendas que estaban muy por encima de sus límites financieros.
Al mismo tiempo que vencían los plazos de pago y las hipotecas empezaban a no pagarse en cantidades ingentes, las centrales de crédito empezaron a quebrar.
El gobierno estadounidense aprobó entonces el TARP (Troubled Asset Relief Program). En concreto, se invirtió aproximadamente un billón de dólares para ayudar a los grandes bancos y restablecer la liquidez de la economía. Además, se modificó la normativa con la esperanza de que este evento cisne negro no volviera a producirse.
El ejemplo más reciente es el COVID-19, que golpeó al mundo sin previo aviso. No había nadie preparado ni equipado para hacer frente a la epidemia. Por lo tanto, tuvo una influencia significativa en las caídas de los mercados bursátiles, tasas de desempleo, fracasos empresariales, etc.
Para ser justos, el COVID-19 cumple todos los criterios de un evento cisne negro.